Las cosas no son lo que son, sino lo que somos.
Pero somos lo que otros necesitan que seamos.
Siempre que hablamos de lo real, hablamos de nosotros mismos. Pero lo hacemos hablando el lenguaje del poder, y el poder se expresa con la palabra.
Creemos que hablamos de lo real, pero nos hayamos condicionados por un dispositivo que posee normas, reglas y disciplinamiento: La gramática.
Nadie viola las leyes de la gramática. No hay institución más poderosa que la gramática. Sus leyes son respetadas sin ningún tipo de cuestionamiento. SUS leyes se han vuelto NUESTRA palabra. Será por eso que la mejor manera de resistir, sea poder romper con el lenguaje.
Estamos condenados a no ser más que palabras.
El lenguaje es un Virus infinito con un poder tal, que cada vez que se lo vence, vuelve a crear.
No hay revolución que comience sin la subversión a la palabra, y para ello es vital deconstruir el lenguaje.
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