Creí durante mucho tiempo, de manera errónea, en que podía existir el amor incondicional de una pareja eternamente. Tras años y muchas caídas, pude ver que esa manera de entender el amor es propia de esa incondicionalidad que solo tienen los padres con sus hijos, aunque bueno... no todos los padres son incondicionales a sus hijos, pero particularmente en mi caso tengo la creencia y la convicción de que existe en mi un amor incondicional en mi rol como padre a mis hijos y bajo ningún motivo jamás dejaría de ser padre... un buen padre. Es que no soportaría la idea de que alguna vez, un hijo ya adulto me dijera: “fuiste un mal padre, mi infancia fue infeliz”. Y creo que es porque se, que si ellos cometieran alguna vez un error en su rol “como hijos”, sería mi propia responsabilidad por haber cometido errores en mi rol “como padre”. Es una simbiosis perfecta.
Sin embargo me pregunto ¿que sucedería si un hijo mío comete un acto que traspasa todos los límites de mi aceptación? No se, pienso... violar un niño, someter a un otro, asesinar por placer. ¿Hasta dónde llegaría esa incondicionalidad?
-Es interesante porque te la pasas haciéndote preguntas que no tienen respuesta, le dijo su psicóloga.
-Es que aprendí a rascarme donde no pica. Y yo se que estás pensando que pareciera que no tiene sentido rascarse donde no pica, pero la verdad es que hay momentos en donde todo pica, todo duele y rascar ahí es la manera de que pique y duela menos.
-¿Seguimos la semana que viene?- le respondió su psicóloga.
-Hasta la semana que viene.
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