Sos el fuego que acecha, que convertirá en cenizas mi alma condenada.
Sos la flecha envenenada, que se dirige directo hacia mi corazón.
Sos mi amenaza, sos mi tortura. Y voy buscándote en silencio por la noche oscura. La locura.
Sos la mecha de la bomba a punto de explotar, que ya no se apaga.
Sos la daga que si saco de mi pecho, me quedo sin nada.
Sos el odio. Sos el infierno.
Sos la mensajera que lleva mi castigo eterno.
Sos el invierno que mata lo que queda en mi alma de la primavera.
Sos la tormenta.
Sos la fiera, esa pantera que se acerca a mí en silencio, sos lenta.
Sos la muerte. Y viviste siempre dentro de mí sin que me diera cuenta.
Por que los días que me hiciste llorar, me rompieron el corazón.
Yo ahora voy tras tuyo y no voy a parar hasta no tenerte frente a mi.
No entendiste lo que era el amor. Yo lo se.
A la fuerza te impongo entender, que tengas piedad.
La furia y el odio que expreso, me recuerdan que no se perder.
Yo fui mi trampa, mi condena, fui el coyote traidor que le aúlla a la luna llena.
Fui la hiena, el horrible animal que entre risas comió tu carroña, la ponzoña, tu miseria, el veneno que secretamente se metió en mis venas.
Mi pena no la ignoro, se que la merezco. Y ahora de rodillas sufriendo te imploro que no me temas. Y si aun dudas si soy sincero, mira como lloro.
Yo conozco bien tu corazón y es por eso que veo, que ya no me amas.
Me lastima tu dolor, que convertís en llama. Y si me acerco, estoy muerto.
Tu cabeza prendida fuego, quema mi corazón desierto.
Todavía te quiero, y me tenes como una marioneta y a tu corazón me entrego. No lo cierres.
Si venis a matarme o amarme, mi amor, ya no lo se.
Y aunque me rompiste el corazón, se que otra vez el dolor no lo puedo soportar.
Yo no se bien lo que es el amor, y tal vez nunca lo sabré.
Pero con tal de estar a tu lado otra vez, una cosa mas debo aprender: No me importa perder.
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