lunes, 4 de octubre de 2021

Invisible

 

Estas rodeada de libros, en un lugar iluminado por una luz blanca y artificial. Tan brillante y falsa como nuestra historia. De lejos, te veo sentada en el pupitre de tu biblioteca con olor a iglesia. Resalta tu pelo castaño con tu flequillo largo, tus ojos grandes achinados, tu sonrisa inmensa que guardan proporción con tus pechos. 


Sin pesar, inmediatamente, me acerco para hablarte, saludarte, abrazarte y que me vieras.


En ese momento, intento decir, y no me escuchas.

Te acaricio el brazo y no lo sentís. 

Pongo mi mirada en tu trayectoria y corres los ojos.

Suspiro en tu nariz y estornudas, como si tu cuerpo rechazara mi aliento.


Me desespero, en la angustia de no existir para vos, mientras vos seguís sonriendo, regalando tu semblante a cualquier transeúnte qué pasa, y que si elegís ver.


Soy invisible, y se cumplió mi fantasía infantil, aniñada, de querer serlo, para poder robar juguetes o golosinas de los quioscos.

Pero hoy no me alcanza, ya no me sirve, porque no me ves.


Agotado, decido irme, con la tranquilidad de saber que puedo mirarte, en cualquier momento, aunque en tu universo yo no exista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario