Intentaron tomar ese vuelo varias veces.
Todos y cada uno de los viajes terminaban siempre en un mismo accidente de iguales características:
Turbulencia, avión cayendo, pánico, incertidumbre.
Impacto.
Afortunadamente siempre lograban sobrevivir y volvían a intentar viajar juntos.
Esta secuencia se repitió en loop varias veces:
Un avión que despega y que rápidamente tiene que aterrizar forzada y trágicamente por algún desperfecto.
Salvo aquella vez, en un último viaje, mientras ellos estaban sentados en primera clase y el avión despegaba, ella al fin pudo decirle a él, lo que tanto calló:
-Tengo cáncer de mamas, le dijo afligida sin saber qué hacer.
Inmediatamente y sin dejar reacción, una azafata se acercó y le preguntó si quería que le rapara la cabeza.
Ella contestó que si, y con una afeitadora comenzó a cortarle el pelo, hasta quedar calva, como un bebé.
Nuevamente la misma secuencia:
Turbulencias, avión cayendo, pánico, incertidumbre.
Impacto.
Esta vez algo cambió, y una ambulancia la vino a buscar.
Él quiso acompañarla en ese viaje.
Ya sentados, ella se encontraba en sus brazos, y él la cuidaba, sentía que sabía cómo hacerlo.
De repente ella era una niña sin pelo, envuelta en una manta en sus brazos.
Durante ese viaje al hospital, mientras él la tenia en brazos, le recriminaba que era su culpa el haber contraído cáncer.
-Tendrías que haberte hecho el estudio antes, decía él.
Ella solo pudo responder:
-Sos un pelotudo.
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