Afuera cae la nieve y yo la veo por la ventana.
Se siente muy bien la sensación de estar a resguardo de este frío intenso que esta noche de invierno tiene San Martín de Los Andes.
Me gustaría que estuviéramos acá juntos, y pudiéramos sentir el calor que este hogar a leña da.
Nos imagino hablando sin parar toda la noche, descorchando esos vinos que guardamos para momentos especiales. Como esa vez que me contaste que de chica, en la noche siempre te daba miedo el fondo de tu casa, pero tenías una muñeca que te hacía valiente, y muñeca en mano explorabas ese fondo oscuro sin miedo. Y yo eufórico tratando de hacerte entender que no era la muñeca la que te hacía valiente, sino tu voluntad de querer ir más allá.
Ahora baje a llamarte porque no quería que ella me escuchara decirte que te extraño.
Me puso bien que pudieras atenderme, porque se que es complicado, estando él ahí a tu lado. Pero tenia la necesidad de tener que contarte que recién tuve sexo con ella por última vez. No paré de pensar en vos en ningún momento y creo que se dio cuenta, porque estaba muy seca, tan seca que raspaba.
Ninguno acabó.
Fui al baño, vomité de lo mareado que estaba y acá estoy, hablándote, deseando que estés acá.
Cuando vuelva a Buenos Aires voy a abrazarte, voy a besarte y decirte:
No quiero ser tu muñeca que te hace valiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario