sábado, 6 de abril de 2024

nómade

 

madera en la boca 

astilla en mi alma.


un cardo profundo 

penetra mi cuero.


acartonada belleza

fuera de sí.


ya no ser nómade,

lo reveló.


el día que no fue,

aquel augurio de amor

renació bajo Aries.

martes, 2 de abril de 2024

adonis

 

divinidad a contraluz 

en un mar de fondo.


tu oleaje calmo 

pide auxilio,

encerrada 

en tu grito silencioso.


empatía altruista 

contrapunto de tu refracción.


será junto a Venus y Apolo 

tu genuflexión salvadora.


tu liberación, un acto de fe 

tu redención, un acto de amor

miércoles, 14 de febrero de 2024

soy todo lo que recuerdo


cuando la cárcel se desarmó

la penitencia fue amarte.


no se fuga uno para atrás

se fuga para adelante.


el diablo tiene una cola,

que no la puede ocultar.


por más disfraz que te pongas, siempre

se te va a notar.


yo soy todo lo que recuerdo y vos,

todo lo que has olvidado.


yo me muevo entre las cosas, vos

entre fantasmas cansados.


la verdad es perro fiel,

que vive en todas las casas,

que muerde a quien no lo atiende,

y defiende al que lo guarda.


el manjar que los corderos

sueñan un día comer,

es lobo crudo con pelo vivo,

a punto de comer.

domingo, 24 de diciembre de 2023

razón de vivir

 



para decidir si sigo poniendo

esta sangre en tierra

este corazón que bate su parche:

sol y tinieblas.


para continuar caminando al sol 

por estos desiertos

para recalcar que estoy vivo

en medio de tantos muertos.


fogata de amor y guía

razón de vivir mi vida.


para aligerar este duro peso

de nuestros días

y esta soledad que llevamos todos:

islas perdidas.


para descartar esta sensación

de perderlo todo

para analizar por dónde seguir

y elegir el modo.


para decidir, para continuar

para recalcar y considerar

sólo me hace falta que estés aquí,

con tus ojos claros.

jueves, 30 de noviembre de 2023

vipassana


nueve meses de silencio:

un duelo sobre Lyon


como a un infante

el kinder me lo reveló


la sorpresa:

            tu veneno 


mi grito nunca antídoto 


otro nuevo viejo final acaeció



sábado, 4 de marzo de 2023

no me sueltes

 

recopilo huesos sobre la mesa,

de un pasado que quiero olvidar.


sexualiza la muerte tu caricia,

en un orgasmo que no llega.


se fusiona rítmico tu cuerpo con mi llanto,

mientras beso tu espejo.


fue Júpiter o Saturno quién desprendió tu piel,

al expandir el iris cuándo lo dejaste caer.


son tus pechos los que bailan sobre mi, 

sobrevolando el grito que no supe esconder.


en la caída,

mis fobias se hacen presentes,

flaqueado desfallezco.


sosteneme, no me sueltes.


sábado, 25 de febrero de 2023

amar no es suficiente


Quisiera tener Fe. Tener algo en que creer. Tal vez, algún Dios, o quizás creer en el mercado y pensar que el sinónimo de éxito es la acumulación de dinero.

Que aprendan a soñar los que se contentan con ganar la lotería.

Me encantaría poder creer en algo que sea más que la nada. Pienso que así, todo sería más fácil, y todo tendría una explicación menos racional.

Sin embargo, escribo esto y siento que estoy siendo injusto con el amor, porque realmente creo fuertemente en el amor como voluntad transformadora, pero se que solo amar no es suficiente. El amor no alcanza para alivianar el peso de estar vivo.

Que fácil seria caer en la trampa de querer endiosar al amor y ponerlo en el lugar de un faro que cada doce segundos ilumine el camino por el cual ir. Quizás es como dice Jorge Drexler, y el secreto son los doce segundos de oscuridad.

Siento que me resultaría fácil dejar atravesarme por la trampa de mis sentimientos, de mis sentidos, cuando puedo entender que tan solo soy un ser vivo que evolucionó para sobrevivir. Un sujeto que siente, mientras flota sobre la tercera roca que órbita un Sol en la esquina más alejada de la Vía láctea. Un sujeto que no puede, ni llegará a conocer la realidad como tal, nunca.

Cada día me convenzo más, que nunca, voy a tener claro lo que quiero, más si la convicción de saber lo que no quiero.

Se que no voy a poder controlar nada, ni entenderlo todo.

No hay explicaciones porque no importan las respuestas. Lo único importante son las preguntas. 

Hacerse la pregunta correcta es la manera de poder sortear las dificultades que se presentan y poder seguir hacia adelante viviendo y siendo: sentipensando.

jueves, 23 de febrero de 2023

fentanilo

 

buscando trocitos de pasado
me hallé a mi mismo ensimismado.


amor errante 

en forma de narcótico,

necesito duplicar tu dosis.


deshidratado estoy,

queriendo apagarme

con el fentanilo de tu presencia.


cae el sol y mi soledad me recuerda que 
si vuelvo a tu barrio es una fuga:

un punto de fuga.

domingo, 19 de febrero de 2023

dueño de nada

 

desnudos con la armadura puesta,

los puños cerrados y la boca abierta.

un final que no quisiste,

la noche en que te fuiste.


la garganta seca,

la promesa hueca.

una guerra que no pudimos batallar

prendiendo fuego la libertad.


queriéndote libre a mi lado 

encontré un amor sesgado.


sintiéndome dueño de nada 

entendí Dominguicidio

y perdí lo que nunca me perteneció.

llenarte de verbo


inútil culpar a este frío de mi ansiedad. 


inútil culpar al Rocío de esta lluvia que golpea otra vez mi cuerpo desnudo, frente al abismo de la desolación.


melancolía de todo aquello que no fue.


ya no soporto el peso de la palabra incrustada en mi garganta, en mi mis pulmones, en mi estómago. 


escribo porque quiero penetrarte con mi lengua. 


quiero que mi voz acabe adentro tuyo, que te ahogues con mi boca. 


quiero llenarte de verbo, de mi tinta, para darte lo único cierto que hoy queda de mi:


                                   Mi palabra.

martes, 21 de junio de 2022

sin Flor


no fecunda sin su néctar,

no hay estambre.

no hay estigma.

no germina la semilla sin esporas en el viento.


gastó toda su energía,

y aun así no hubo floración.

es un mundo sin flores

que nadie conoció.


desnudos sin contacto 

vestidos 

con la ropa de unas hojas heredadas,

que crecieron siendo viejas.


hizo crecer su raíz.

sació el hambre con su luz, 

al regar su sombra.


cuando ya no quepa en si, 

se romperá,

se arrancará de su tierra.

y se dejará morir.


una semilla en la tosca 

sin caparazón

subirá el valle empinado

empujada por el viento.


frente al abismo despertará 

en estado de ingravidez.


coronará su viaje,

y tal vez,

no beberá nunca mas 

el líquido de la vida.


porque siempre todo será injusto,

salvo,

la experiencia vivida.

miércoles, 1 de junio de 2022

Natalicio

 

víspera de natalicio 

con amigos que no están,

remembranza musical

de un tiempo que ya no es.


un cuerpo muerto 

se hace presente 

y la búsqueda de un útero,

al cuál volver,

se apodera de mi voluntad.


con ahínco 

penetro su ingreso,

desdibujando su rol 

de mujer deseante.


mujer deseada,

que me acurruca,

que me amamanta,

en un libre albedrío 

que nunca existió.

viernes, 20 de mayo de 2022

El sexo es lengua sin verbo

CAPITULO 1

Durante dos años, todas las semanas, me atendí por mi quimioterapia en un centro de rehabilitación para pacientes oncológicos. Allí Fabiola era la recepcionista del consultorio. Cuando la conocí, ella tenía veintidós años. Rubia, de ojos azules intensos, piel muy blanca, de contextura delgada, estatura media y rasgos nórdicos. Hasta hoy, fue la única persona que he visto tener un parecido increíble a Julie Delpy, pero específicamente en el personaje de Cecile, en Before Sunrise, la primera película de la Triologia. Una mujer hermosa, que me gustó desde el primer momento en que la vi. Tengo un gusto irracional con la belleza estética y hegemónica. Si tuviera que definir un estereotipo físico en la mujer, que me gusta, sería el de las rubias de ojos claros, con pezones rosados.


En sesión, una vez recordé un mandato inconsciente impuesto por mi madre:

—A mí me gustaría que mis nietos fueses rubios de ojos celestes— Me lo dijo cuando yo tenía 10 años. 

Para ello deberías haber parido un hijo de ojos celestes— le debería haber contestado aquel niño que fui.


Si los padres se dieran cuenta la cantidad de estupideces que le dicen a sus hijos sin pensar, y que con ello contaminan para siempre su cabeza, tal vez, pensarían dos veces antes de abrir la boca. Tampoco hoy puedo juzgar a mi madre, hizo lo que pudo con la vida que le toco.

 

En el primer tiempo que me atendí en el consultorio, jamás le demostré a Fabiola un mínimo de interés. Me parece ridículo y estereotipado intentar levantarse una mina mientras está trabajando. Siempre detesté a esos visitadores médicos, mensajeros, clientes, alumnos o gestores, que se nota claramente, que están intentando conquistar a la recepcionista del lugar. Creo, que es una relación de poder desigual, porque una de las partes está trabajando y debe comportarse con ciertos modales; y eso no le permite responder con liviandad o soltura si realmente está deseando ser coqueteada. 


Por ese principio, fui siempre reticente a la idea de demostrar interés frente a ella, al menos en su espacio de trabajo. De todas formas yo sentía que era mucha mina para mi, y que no despertaría su interés. Si bien no me considero un tipo hegemónico, tampoco me considero un tipo desagradable. Tengo unos jóvenes 32 años medianamente bien llevados. Pero Fabiola estaba a otro nivel. Sin contar que yo le llevaba diez años y era un paciente con Cáncer, que quizás podría morir en cualquier momento.


Durante más de un año mantuve un estricto y exclusivo vínculo de un paciente que se atiende en un consultorio médico. 

—Hola, vengo por el turno— decía yo.

—Hola… credencial… gracias— respondía ella con formalidad.


En algunas oportunidades, en la espera del consultorio, me detenía a observarla disimuladamente, mientras leía algún libro, y me gustaba ver su verborragia simpatía con las personas. Pero en otras ocasiones, la notaba agotada y cansada, con resoplidos típicos de alguien que está queriendo renunciar, o al menos no estar ahí.

Realmente el trabajo de las recepcionistas es admirable, tienen que tener la capacidad de dividir su atención al unísono en varias partes, sin poder focalizar en nada. La veía atendiendo a un visitador, abriendo la puerta de planta baja, siguiendo la indicación de un médico, tomando un turno a un paciente, cobrando a otro, y todo eso al mismo tiempo, mientras el tubo del teléfono fijo en la oreja, esperaba que la atendieran en una obra social o prepaga médica para autorizar una orden. A mi me parece, que toda esa imagen es cuánto menos, enloquecedora.

 

En una de tantas vistas, la volví a ver en el consultorio y la saludé de frente: 

—¡Hola Fabiola! ¿Cómo estás?— le dije, como tratando de sentir que si la nombraba, me diera existencia ella a mi también. Por primera vez, me miró profundamente y sentí como sus ojos azules me penetraron. Intuyo que buscaba recordar de donde me conocía, y porque la llamaba por su nombre. Nos vimos unos segundos y se quedó sosteniéndome la mirada. En ese momento yo pensaba que quien bajase la mirada primero, perdía. Pero su teléfono sonó y atendió:

—Consultorio, buenos días— dijo, mientras puso su mirada en el monitor para entregar un turno.


Me quede con la sensación de que me gustó sentirme visto por ella, y al salir decidí buscarla en redes sociales. 

Como no sabía su apellido, busqué en el buscador de Google su nombre junto al nombre del consultorio y LinkedIn me dio la respuesta que buscaba junto a su CV. Inmediatamente me pasé  a Instagram y busque su nombre completo. La reconocí inmediatamente por su foto. Tenía el perfil privado así que le mandé una solicitud de amistad. Me la aceptó, casi inmediatamente. 

Desde ese momento empezamos un vínculo virtual. Nos mirábamos las historias, como dos perros vecinos que no se ladran al verse. Sin reacciones. Con las semanas me di cuenta que era una ferviente militante antivacunas y antipolitica, que parecía promulgar un nuevo anarquismo antipartidario, en donde el rol de la política desdibuja a la democracia.

Manifestaba un odio visceral al concepto del estado, pero defendía a raja tabla la propiedad privada. Me desilusionó saber que estaba frente a una liberal libertaria anarco capitalista. Sobre todo porque estaba convencido que ni ella lo sabía. No faltaba mucho para que empezara a proyectar en Javier Milei sus ideas libertarias.

En ocasiones, me cuesta mucho poder entender a las personas que definen su condición de ser, por oposición al resto. Tengo la sensación de que jamás van a encontrar la herramienta que les permita transformar nada. Estoy convencido que la salida a un problema social, siempre es colectiva. 


Por otro lado, también compartía muchas teorías conspirativas, sobre reptilianos, terraplanistas y orígenes extraños en laboratorios, sobre el Covid. Con cada historia compartida, de a poco se caía la imagen idealizada de que quizá era la <Celine> de <Before Sunset> de la que quizás, me podía llegar a enamorar.

No sé si era por la medicación de mi quimioterapia, y los efectos secundarios que generaban en mi, pero ella me seguía calentando. No obstante, afortunadamente, o no, a mi no me cuesta disociar el placer sexual de la ideología del otro. Para mi la pulsión sexual sale del bajo vientre, y una conversación sale del razonamiento. Yo no razono cuando tengo sexo, porque ahí todo es intentar saciar una voluntad deseante inmediata. Todo es primitivo y visceral. El sexo está en la lengua, pero sin verbo. 

Con lo cual, para mi, el sexo y la ideología, pueden ir por carriles diferentes. Es por eso que puedo coger sin problema, más allá de cómo se define alguien ideológicamente. Si un otro se considera Liberal, Justicialista, social demócrata, socialista o Trotskista, a la hora de coger me da lo mismo.


                                                ——

 

Para el primer fin de año, en que comencé mi tratamiento, quise regalarle a Fabiola, un libro por su atención durante todo el año. Le escribí por privado al Instagram al salir del consultorio:

—La próxima vez que te vea, te voy a traer un libro.

—Ahhh no hace falta!! Si te acepto recomendaciones. Gracias igual.

A la semana siguiente le lleve mi último libro. Yo sabía, que ella sabía, que había editado uno hace poco, porque había likeado mi publicación de promoción. Ni bien se lo di, me pidió que se lo dedicara:

—Dedicámelo, por si un día te haces famoso, y lo puedo vender— dijo, mientras se reía.

Yo también me reí del chiste cortésmente. Aunque en cierto punto me parece ridícula la fama. No digo que el reconocimiento no fuese interesante, pero entiendo que, en el deseo de la fama, habla nuestra vanidad. Y sobre todo, lo que más me molesta, es que las personas suelen endiosar sujetos con el fin de sentirse más seguras, sabiendo que hay un otro que cumple con sus expectativas. Como si quisieran que otros les mastiquen las ideas, que no son capaces de pensar por ellos mismos.

Pero cómo claramente, no era el contexto para hacer todo este planteo en el medio de un consultorio lleno de pacientes, saqué una lapicera de mi bolsillo y le escribí:


                  “Fabiola:

                     Gracias por tu buena onda (a veces).

                          Gracias, también, por leerme.

                                                                   Manuel”

 

A los pocos días me escribió por mensaje privado al Instagram:

“Leí tu libro, y para empezar tu -a veces- en la dedicatoria, me lastimo el ego. Además me llamó la atención que (en el libro) utilizas varias veces la palabra patología o identidad. Describiendo al amor como dispar, desigual”

 

Me interesó mucho esa devolución, fue específicamente acertada. Porque realmente entiendo a cualquier vínculo como una relación desigual de poder. En general, las personas tendemos a creer que si hay alguien que está ejerciendo poder, también hay alguien que está siendo sometido a esa fuerza. Y creo que es falso afirmar que, en las relaciones de poder, dentro del marco de una pareja, hay alguien que lo ejerce solamente sometiendo físicamente al otro. 

Estamos acostumbrados a ver conductas abusivas heteropatriarcales de machos dominantes contra mujeres sumisas, que no pueden salir del infierno del machismo, en un ejercicio de poder coercitivo absolutamente deplorable. Pero más allá de este flagelo, que suele darse en cualquier clase social, creo que existe un choque de fuerzas en la totalidad de las relaciones de pareja, en donde hay una mutua interacción simbiótica entre ambos (en donde el propio vínculo, se transforma en el instrumento de poder). 

Y a pesar de una creencia generalizada, creo que es importante recalcar que el poder no se ejerce solamente en una relación desigual de fuerza física o psicológica, desde una personalidad psicopática a una personalidad sumisa, (que es considera como inferior, por el sujeto que la ejerce), sino que ningún ser humano se abstiene de ejercer poder sobre otro en ninguna de sus formas. El mejor ejemplo de esto es el del represor que es reprimido. Desgraciadamente pareciera que, la voluntad de poder, es una condición intrínsecamente humana.

 

                                                ——

 

Fabiola me contó que ella es estudiante de psicología en la Universidad Católica. La prejuzgué inmediatamente porque me surgió la pregunta: ¿Cómo una institución que dominó conciencias durante siglos a través de la culpa, podría liberarnos de ella?.

Más tarde me voy a dar cuenta que todo mi vínculo con ella era avanzar un paso y retroceder dos. Me hacía acordar a los domingos de juegos de mesa, por la tarde en la casa de mi padre, jugando al juego de la oca. Frustrado por retroceder más de lo que avanzaba.

 

Luego del intercambio del libro, empezamos a tener charlas mucho más profundas y totalizadoras. Y ambos nos dimos cuenta que vibrábamos en la misma sintonía: La de la curiosidad por todo lo que vemos. Pareciera que cuando dos energías de igual frecuencia se encuentran, nada pasa fuera de ellas. Entones decidimos que lo mejor era conversar en persona, fuera de la virtualidad y fuera del consultorio.


La invité a ver una película al cine Gaumont, en Congreso. Me parecía que la película podía ser un lindo disparador para luego hablar y debatir sobre lo que vimos. 

Nos encontramos en el cine un viernes por la tarde y nos volvimos a separar recién 48hs después. Nada fue planificado. Del viernes al domingo estuvimos juntos sin tomar distancia, pegados, imantados, sin poder separarnos. 

Ninguno previó que ese encuentro, que iba a ser de unas pocas horas, iba a terminar en el primer y único fin de semana en el que nos vimos y luego nunca mas nos volveríamos a ver.

 

Cuando terminamos de ver la película, decidimos caminar por Av. de Mayo en dirección a la Catedral Buenos Aires, Debatimos un rato sobre la película, mientras caía la tarde. A ella en líneas generales no le gustó. A mi si. Me pareció interesante cómo se abordó la cuestión de creencias paganas en la vida en el campo y me hizo pensar en cómo el vivir en la ciudad, nos aferra más a la razón que a lo esotérico.


Mientras caminábamos nos encontramos con el Palacio Barolo, le pregunté si alguna vez había subido a la cúpula y se entusiasmó con la idea. Lamentablemente estaba cerrada. Una pena, porque la vista del casco histórico de Buenos Aires, desde ahí es hermosa. 

Hablamos sobre nuestra infancia, puntualmente sobre nuestro vínculo paterno y encontramos increíbles coincidencias en la manera en que nuestros padres se vincularon con nosotros. Recordamos que de chicos escuchábamos a Alejandro Dolina en la noche y quisimos ir al Café Tortoni. Pero en ese momento apareció frente a nosotros “Los 33 billares” y sin buscarlo, jugar al Pool nos pareció divertido. 


Fue una linda oportunidad para recordar mis días de adolescencia, porque frente a mi escuela secundaria, había un pool y bowling. Era frecuente con mis amigos no asistir a clases, hacernos la rata, y pasar toda la mañana en el Pool. Algo de espíritu adolescente circundaba en mi atmósfera y recordé que la primera vez que me practicaron sexo oral había sido una compañera de curso, en aquel baño.


Con Fabiola, estuvimos en -33 billares- casi cuatro horas. Aunque jugamos una sola partida y otra quedó incompleta, hablamos sin parar todo el tiempo. Con la intensidad de querer saber que tiene para decir el otro. Cualquier persona que nos hubiese visto de afuera, hubiera creído que nos conocíamos de toda la vida.


En la charla Fabiola saco a debate la idea de qué tal vez, vivimos en una simulación, gestada por un grupo poderoso, que quiere dominar las conciencias humanas. Note ahí un sesgo paranoico en la incertidumbre de cómo funcionan las sociedades. Yo insistía en que al mundo lo mueven intereses geopolíticos y económicos, que se dan principalmente por dos bloques de poder. La OTAN vs Rusia y China. Y que todo forma parte de la distribución económica del mundo y la relación de equilibrio que buscan estas tres potencias para imponer su verdad, intentando gestar de sentido común las conductas. Si bien, en líneas generales, coincidíamos, siempre había en sus comentarios un sesgo de persecución individual, como si ella fuera dueña de una verdad revelada por alguien.


Me di cuenta que era una persona extremadamente impulsiva, algo bipolar y paranoica. Pero yo estaba obnubilado con su belleza, con su mirada.


Le propuse si quería que cenemos algo juntos, en otro lugar. Yo quería que estuviéramos cerca de mi casa, porque sabía que esa noche iba a terminar con ella en mi cama. Fuimos hasta mi auto y en el trayecto seguimos nuestra intensa conversación. Cualquier situación era disparadora para volar con teorías sobre cómo cada uno creía que era el mundo.


Al llegar al bar, continuamos hablando sobre los proyectos personales de cada uno, mientras tomábamos unos tragos al aire libre. Un relámpago en el cielo y una incipiente lluvia cortó el momento. Pedimos la cuenta y volvimos al auto, un poco mojados, para resguardarnos ahí de la lluvia que había impedido terminar de cenar y tomarnos los tragos. Saqué unas servilletas de la guantera, y le ofrecí una para que se secase la cara. El gesto la tomó por sorpresa, como si hacía tiempo que alguien no miraba cuál era su necesidad. Creo que ni ella se dio cuenta que secarse el agua de la lluvia de su cara, era una opción.


—En mi casa tengo vino y marihuana. ¿Vamos?— le dije sin el filtro que una tarde y noche de alcohol, me habían dejado encima.


—Ok. Vamos pero sin segundas intenciones— dijo cómo poniendo un límite a que el encuentro no concluiría con sexo.


—Mirá Fabi, no te voy a negar que quiero coger con vos, pero tampoco te voy negar que no solamente quiero coger con vos.


—No soy tonta, yo sé cuando hay onda, y cuáles son tus intensiones.


—Te estoy siendo sincero, quiero coger con vos, y acepto que no quieras. Pero al margen, te invito a fumar y tomar vino a mi casa.


—No estoy depilada, no voy al cine con mi primera cita, no garcho la primera vez que salgo con alguien. Todo lo que no hago lo estoy haciendo con vos. Rompes todas mis estructuras— dijo con una sonrisa.


—Me encanta esto de romper tus estructuras, como dice Drexler “no quisiera que te lleves de mi, nada que no te marque” —Le dije devolviendo su sonrisa con una mía , mientras ponía primera y arrancaba el auto para ir a mi casa.


Cuando llegamos, abrí mi vino más caro, ese que guardaba para una ocasión especial. Fumamos, tomamos y las miradas pedían más que solo conversar. En ocasiones se producía un silencio que no era incómodo. Y ella clavaba sus ojos azules profundos en mi, en silencio, durante varios segundos. Como si buscara analizarme, buscando en mi profundidad las respuestas que necesitaba.


En uno de esos silencios, me acerqué para besarla y corrió la cara.

—Todavía no se si me gustás— dijo mientras miraba al suelo. Estábamos los dos muy tomados y muy fumados. No le hice caso y volví a intentar besarla. Nos besamos.

Y en ese momento se liberó toda nuestra contención acumulada.


El sexo con ella no fue lo mejor que me pasó en la vida. Gritaba de manera exagerada y extrañamente gutural, con pausas e intervalos repetitivos mirando al techo. Como si intentara hablar un idioma de otro planeta. La siento acabar dos veces y me dispongo a acabar yo con ella arriba mío, mientras uno de sus pechos entraba entero adentro de mi boca.


—Mi jefe me dijo que no me tengo q vincular con pacientes. Igual no me importa lo que diga— dijo ya recostados en la cama, cómo dejando saber que no le importaba lo que estuviese bien o mal, y que ella tomaba las decisiones de manera impulsiva según cómo sentía en el momento. 


A mi me causó gracia y me reí.


—¿Que onda che, me quedo a dormir o me voy? porque es re tarde ya— preguntó en un tono esperando quedarse, sin autoinvitarse, mientras recogía su ropa del piso.

—Si te quedas solo porque es tarde para volver, te llevo a tu casa, sin problema. Si elegís quedarte porque tenes ganas, estás invitada— le dije.


La lluvia había traído humedad y calor. Entonces nos recostamos desnudos con el aire acondicionado prendido. Estábamos completamente a oscuras. Y no se si fue por el vino, la marihuana o el Sexo (o tal vez la combinación de todo) pero en ese momento Fabiola empezó a hablar sin parar, en un monólogo que no admitía que yo opinara nada, y escuché callado su desahogo, que parecía un ataque de ansiedad.


—Soy el ser más psicópata que existe y todo el tiempo te estuve analizando, me gusta analizar a las personas, son mi experimento social. Mi objeto de estudio. ¿Vos tenes fantasías sexuales? La mía es coger con un extraterrestre, que me embarace, y ser una madre intergaláctica. Yo no me vacuné contra el covid, porque las vacunas contra el Covid, no sirven para nada, no tuvieron el tiempo suficiente de ensayo que requieren. Hay un determinado grupo de personas que son reptilianos. Son seres superiores. Pero yo soy más superior que todos, porque me doy cuenta de todo. Una pareja de mi mamá, que es el padre de mi hermano, me abusó sexualmente a mis diez años, y cuando se lo conté a mi mamá, ella lo echo de la casa. Mi hermano me odia porque dice que por culpa mía se fue su papá. Estudio psicología, pero no hago terapia, no la necesito”.


Al terminar, respiró, emitió un suspiro y me dijo:

—No vuelvo a tomar más con vos. Nos quedamos dormidos.


A la mañana siguiente, abrí los ojos y el reflejo del sol, dibujaba decenas de pequeños rectángulos, por la persiana, en la cara de Fabiola. 

La miré por unos segundos, tomé mi celular y escribí este poema:


me niego a aceptar 

lo que este mundo enfermo

se empeña en demostrar,

porque nada está cuerdo acá.


me desperté mirándote,

el reflejo de este presente 

ya es recuerdo.


el momento desapareció,

se desvaneció,

no vuelve más.


ahora, sos prisionera de mi memoria,

te tengo en mi para siempre.


aún dormida, entraste a mi eternidad 

sin darte cuenta.



Ella seguía durmiendo cuando yo fui a la cocina a preparar el desayuno. Hice un café con más leche y otro con menos. Yo no sabía cual preferiría, aunque intuía que tomaría el más fuerte. Para mi sorpresa al despertarla, eligió el más suave.


                                                ——