miércoles, 13 de abril de 2011

Modernidad y estética en la arquitectura


 Revolución industrial – Art.Nouveau – Escuela de Chicago


El cambio de paradigma a partir del cual la arquitectura clásica pasa a convertirse en arquitectura moderna, tiene sus comienzos cuando el hombre empieza a cuestionarse el por qué de su relación con el mundo. El discurso del método de Rene Descartes es la piedra fundamental para que el hombre comience a racionalizar por medio de la duda. Sistemáticamente, es desde esta premisa en donde se empezarán a explicar todas las situaciones cotidianas de manera racional, incluyendo la arquitectura.
La incorporación de la maquina en el proceso productivo es el punto de inflexión aun también para la arquitectura ya que hasta la primera revolución industrial, la arquitectura pasaba por una situación de estancamiento, en donde sus posibilidades de desarrollo en concordancia con los sucesos sociales, políticos y económicos de la época, no eran del todo claros. Seguía aun, y principalmente, bajo la doctrina de la escuela de Paris, muy enfocada en lo ornamental, el lujo y principalmente en las apariencias. Aun la forma se hallaba supeditada a la función. Solo obras tales como palacios, teatros e iglesias estaban desarrollados por arquitectos, como por ejemplo “La Opera de Paris” de Charles Garnier.
A la par de esta y bajo la doctrina liberal, nace la ingeniería que, con la incorporación del acero y del vidrio, emplazan fábricas, escuelas, puentes, terminales ferroviarias y demás contracciones para este sector social emergente: Burgués-Proletario; obras tales como “Cristal Palace” del Jardinero Joseph Pastón, denota líneas simples armadas con hierro y vidrio. También la construcción de “La torre Eiffel” y el ascensor de Otis, son visiones de la ingeniería para un mundo moderno.
En muy poco tiempo el mundo había dado pasos agigantados hacia el futuro cambiando todos los valores. “La bolsa de Amsterdan” fue un proyecto que reivindicaba la belleza del ladrillo a la vista y prescindiendo de ornamentos. Cuando un material cumple una determinada función, creo que allí reside su belleza que, junto a la luz, armoniza el diseño.

Con la segunda revolución industrial  se produce un cambio en la arquitectura y este “culto a la imagen”, con lógica de orden y equilibrio aparente y estático desde una sola visual, cuyo foco era la belleza exterior y el exceso de ornamentación, rompe tales conceptos, generándose un quiebre con la aparición de los nuevos materiales -el vidrio y el acero-, los cuales solo pueden derivar en la producción masiva y en serie de la maquina. Dando origen a una arquitectura dinámica, evolutiva y de análisis en toda su extensión, pasando a ser ideología construida.
La revolución industrial con todo su aparente progresismo, donde el fin último era la producción a gran escala, la reducción de tiempos y el incremento de las ganancias - Taylorismo - se había sepultado en muchos aspectos la creatividad del artesano, pero quizás su contrapartida fue el impulso a una rebelión tal como para que surgieran las llamadas Vanguardias Artísticas, entre las que destaco el Impresionismo, que buscaba retratar las sensaciones más que la realidad, dado que esta última contaba con el mecanismo fotográfico para su retrato. Entre los artistas significativos de vanguardia puedo nombrar a Paul Cezanne y Vincent Van Gogh (Impresionismo), Pierre Mondrian (neo plasticismo) y a Picasso (Cubismo), que a su vez promovieron e incentivaron a arquitectos tales como Guimard (Art Noveau), Berlage Hendrik Petrus, Victor Horta, Peters Behrens, Louis Sullivan y Gaudi (Arte Catalán). 
La arquitectura comienza a trabajar hasta en el más mínimo detalle, pero aplicando diseño y funcionalidad; es aquí donde la función comienza a seguir a la forma. Se comienza a realizar arquitectura para personas de diferentes estratos sociales, tanto para burgueses adinerados como para obreros trabajadores, bajo la nueva ideología arquitectónica de La vivienda social. Para entonces, la arquitectura ya no sólo estaba encasillada en la construcción de palacios y palacetes para la realeza, sino que enfocaba su producción en la funcionalidad última de la obra.

Cuando comienza en Paris y en Bélgica a manifestarse el Art Nouveau que busca una nueva estética a partir de la combinación de la naturaleza, de los nuevos materiales de la revolución industrial y con la capacidad disponible de la mano de obra experta de los artesanos desempleados. Este movimiento plantea un arte integral ya que va a cubrir todos los aspectos de la vida moderna, con intención de construir un orden nuevo.
Gaudi planteó en la construcción de “la pedrera” la separación de la piel de la estructura.
Del arte moderno como concepto nace la Escuela de Chicago, en donde la tipología torre predomina notablemente sobre los demás elementos, logrando que al fin la forma sea hija de la función en su totalidad, jugando la luz, la estructura metálica y la ventana corrida. 
En Chicago, Luis Sullivan acuña la frase “la forma sigue la función” siguiendo el pensamiento de que cuando la forma es honesta, es bella. Surge una nueva metodología de edificios en altura y las ventanas de proporción horizontal. Con todo esto puede decirse que la escuela de Chicago revoluciona a la arquitectura contemporánea.
El Arquitecto Guimard será el encargado de construir el subterráneo y será un gran representante del Art. Nouveau.


Mauro R. Carlana

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